miércoles, 5 de julio de 2017

Toros bravos

¡Ay!, por el hondo callejón del luto
muge la pena y hunde su cornada
sobre el pecho redondo de la tarde
que junto al río sola se desangra.

Viene arrastrando el viento dolorido.
Viene el dolor y pide un poco de agua.
Y llega la amapola de una herida
como una puerta triste y entornada.

Huele a clamor de sangre en los pitones
de los becerros que en el campo pastan.
Los rabos pendulean. Toros niños
se van en busca de sus madres vacas.

Crecerán con la leche de la yerba.
Serán viriles rayos en las plazas.
Furores masculinos desatados.
Pensamientos de muerte por las astas.

Serán burlados toros en la arena.
Sufrirán el colmillo de las varas.
Flores de banderillas en sus carnes
le dolerán de súbito en el alma.

Y luego el rojo trapo de la muerte
- como si fuera acaso una mortaja -,
les besará la furia de los cuernos
cuando les muerda el corazón la espada.

Ellos son la alegría de los campos,
los quijotes que mueren cara a cara,
relámpagos de músculo de encina
condecorados con la sangre brava.

La tierra los parió. Son hondos hijos
de hierro y de la roca. Tienen casta
de raíces de fuego por las venas
y huracanes que embisten a las capas.

Qué grandeza al morir. Qué valentía
con la cabeza erguida de arrogancia.
Bajo el cuchillo puntillero
quisieran que la tierra los tragara.

Toros de lidia, nobles toros bravos
que mugen por los campos de mi patria,
mi corazón empuño, y os lo tiro
como un rojo clavel que huele a España.


                                                                   Luis Álvarez Lencero

1 comentario: