martes, 25 de noviembre de 2014

El Espartero

           Veinticuatro de Mayo, funesto día,
para los sevillanos de mal agüero,
pues en Madrid, la corte de la hidalguía,
un toro de Miura mató al Espartero…

La mano generosa que socorría
no volver en los rubios a hundir su acero…
La Giralda encrespona su bizarría,
llorando por la muerte de un torero…

Se quedaron sin flores las azoteas…
¡Parece que hasta el cielo lágrimas vierte
y que el Betis, llorando, su azul empaña!...

¡Perdigón de Miura, maldito seas,
porque en sus finas astas halló la muerte
el torero más bravo que hubo en España!...


                                                                   Francisco Villaespesa

sábado, 15 de noviembre de 2014

El torero

           Con amplitud de palacio
y rigor de minutero,
debe ajustar el torero
su tiempo por el espacio.

Ni de prisa, ni despacio.
Y un tanto como el azar,
al aire de su persona,
como Fuentes o Gaona,
maestros del bien andar.

Entre osar y precisar
está el juego en que culmina
-no en la rígida doctrina-
la gracia de torear.

Saber ver, saber ver.
Y el diablo del oficio
transportado a sacrificio
por la pasión de crear.

Que todo venga a quedar
con la capa y la muleta
como lo dijo el poeta:
perfecto, seguro azar.


                                                                 José Alameda

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Monosabio

           Bastardo de amapola, galán paje,
escudero en el filo de la suerte,
anticipada sangre para hacerte
agilísima forma del coraje.

Falta alamar o seda por tu traje,
no brío por tu brazo que convierte
la lanza en caña, el peso de la muerte
en ligereza y salto de abordaje.

Efímero habitante en las miradas,
personaje tercero y sin cautela,
derrochador de gracias olvidadas.

En el toro tu sombra vela, y vela
tu vida por la estrella de la espuela.
¡Oh, doncel de baraja sin espada!


                                                                  José García Nieto