martes, 25 de marzo de 2014

El torero

            ¡Cuidado! Que está la Muerte
en los altos miradores
y un paso en falso pudiera
precipitarte en la Noche.

¿La noche? Si está la tarde
cubierta de resplandores
y el oro de mi vestido
teje un escudo de soles.

¡Cuidado! ¡Ay!,ya la Muerte
por oscuros corredores
lleva una rosa escarlata
fría en sus manos insomnes.


                                                                   Francisco Bejarano

sábado, 15 de marzo de 2014

Torerillo en Triana

Torerillo en Triana,
frente a Sevilla.
Cántale a la sultana
tu seguidilla.

Sultana de mis penas
y mi esperanza.
Plaza de las Arenas
de la Maestranza.

Arenas amarillas,
palcos de oro.
Quién viera a las mulillas
llevarse el toro.

Relumbrar de faroles
por mí encendidos.
Y un estallido de oles
en los tendidos.

Arenal de Sevilla,
Torre del Oro.
Azulejo a la orilla
del río moro.

Azulejo bermejo,
sol de la tarde.
No mientas, azulejo,
que soy cobarde.

Guadalquivir tan verde
de aceite antiguo.
Si el barquero me pierde
yo me santiguo.

La puente no la paso,
no la atravieso.
Envuelto en oro y raso
no se hace eso.

Ay, río de Triana,
muerto entre luces.
No embarca la chalana
los andaluces.

Ay, río de Sevilla,
quién te cruzase
sin que mi zapatilla
se me mojase.

Zapatilla escotada
para el estribo.
Media rosa estirada
y alamar vivo.

Tabaco y oro. Faja
salmón. Montera.
Tirilla verde baja
por la chorrera.

Capote de paseo.
Seda amarilla.
Prieta para el toreo
la taleguilla.

La verónica cruje.
Suenan caireles.
Que nadie la dibuje.
Fuera pinceles.

Banderillas al quiebro.
Cose el miura
el arco que le enhebro
con la cintura.

Torneados en rueda,
tres naturales.
Y una hélice de seda
con arrabales.

Me perfilo. La espada.
Los dedos mojo.
Abanico y mirada.
Clavel y antojo.

En hombros por tu orilla,
Torre del Oro.
En tu azulejo brilla
sangre de toro.

Si salgo en la Maestranza,
te bordo un manto,
Virgen de la Esperanza,
de Viernes Santo.

Adiós, torero nuevo,
Triana y Sevilla,
que a Sanlúcar me llevo
tu seguidilla.



                                                                   Gerardo Diego

miércoles, 5 de marzo de 2014

Epitafio a Luis Miguel Dominguín

            Vino, venció. Fue vencido
en lo que quiso vencer.

Escribió, y en el tintero
dejó lo que quiso hacer
para hacer lo que quisieron.

Y se fue.


                                                                   César González-Ruano