domingo, 25 de diciembre de 2016

Natural

            De sombra y silencio el toro,
de luz y sombra el torero.
Desde el cielo hasta el albero
amarillo, todo es oro.
Y hasta el tendido sonoro
llega la fugaz figura,
insólita en su hermosura:
con la pierna adelantada,
con la muleta planchada,
más que un pase, una escultura.


                                                                  Fernando Pérez Camacho

jueves, 15 de diciembre de 2016

Sonetos a Rafael de Paula, gran torero (III)

            Yo canto, una vez más, lo milagroso,
el sueño de una torre de canela,
un natural que escribe en la franela
el verso de lo lento y lo asombroso.

Los ojos se me van hacia el acoso
de un toro por el borde de una tela
como un aire de mar, como una vela
que embiste un negro viento poderoso.

Canto a unos pies que dejan en la plaza
las huellas del milagro de una raza
donde no se agostó la primavera.

Digo Rafael de Paula. Y se diría
que en su nombre se extiende Andalucía
para llenar de luz a España entera.


                                                                   Luis López Anglada

lunes, 5 de diciembre de 2016

Reto del maletilla

            ¡A cuerpo limpio te reto,
el que gane se la lleva!
¡A ver si tienes riñones
y cuelgas de tus pitones
la flor de mi vida nueva!

¡Ja, toro!, ¡toro!, ¡torillo!
¡Vamos a ver si es verdad
que tienes en tus cuchillos
dos muertes por estrenar!

Quiebro en el claro de luna.
Por testigos, dos luceros.
Al quite, dos capotillos:
el ángel de los toreros,
y el de los pobres chiquillos
que no conocen el miedo.


                                                                  Juan Pedro Domecq y Díez

viernes, 25 de noviembre de 2016

Apuntes de la corrida [Fragmentos]

            […]

No hay sol ni seda en la plaza
porque la muerte está cerca.
El cielo es como una alberca
donde flota la amenaza.
El aliento se adelgaza
reo de oscuros delitos,
y por palcos infinitos
de mantones y jazmines
un silencio de clarines
se abre paso entre los gritos.

[…]

Dejadlo solo en la arena
que lo recibe en las tablas.
Por el callejón, cercado,
huye el ángel de la guarda.
Rondan toreros, ya sombra,
caídos en esta plaza,
mientras por rojos salones
sin tapices y sin lámparas,
danzan el vals de la muerte
verónicas enlutadas.

[…]


                                                                 Rafael Guillén

martes, 15 de noviembre de 2016

Desde el centro del ruedo...

            Desde el centro del ruedo, enfebrecido,
os brindo el toro entre la arena ardiente;
no desbordes clamor aun tu corriente
en el oro silente, esclarecido.

La montera levanto; envanecido
queda un círculo negro en transparente 
sueño de luz. El sol, arde en mi frente
y el clamor me acorrala enmudecido.

Desde la arena, siento cómo escala
la brasa de su ardor, que asciende y cala
mi corazón torero con sus brillos.

Y hacia el toro de testa ensortijada
avanzo entre rumores amarillos,
con el peso brillante de la espada.


                                                                  Rafael de la Serna Gil

sábado, 5 de noviembre de 2016

Tauromaquia poética [Soneto III]

            Con unos lances únicos, de miedo,
bajas las manos, lenta la mirada,
escribo este cuarteto. Escribo nada
más que en el aire. Airosamente quedo.

Banderilleo lo mejor que puedo
con sílabas de lujo. No hay cornada
que pueda competir con mi estocada
cuando me empeño en dar la vuelta al ruedo.

Competencias, aplausos, ideales…
Las músicas son siempre celestiales
cuando la letra es roja y amarilla.

Qué inteligencia de cabeza a rabo.
¿Poeta, o matador? Creo que acabo
de matar un soneto sin puntilla.


                                                                  Javier de Bengoechea

martes, 25 de octubre de 2016

El encierro

            Como un torrente que remonta un río
vais a la mar redonda del albero;
tú, delante de todos, el primero
en nobleza, en bravura, en poderío.

Desborda los balcones el gentío,
las talanqueras son un hervidero
y hay en cada portal un burladero
en donde se arracima el mocerío.

Hierve una expectación madrugadora;
los mozos, sin medallas ni laureles,
desembocan su pánico en la plaza.

Se despereza el sueño de la aurora
y la luz, sin paletas ni pinceles,
esboza el aguafuerte de una raza.


                                                                  José María Fernández Nieto

sábado, 15 de octubre de 2016

Gloria anónima de un maletilla

            El torerillo ha cortado
flores de alambre en la cerca.
Piadosa se va la luna
detrás de un vellón de ovejas
dejando el campo alumbrado
con una plata discreta.

De la cintura chiquita
surge un guiñapo de tela;
entre los cuernos de un toro
ha rebotado una piedra;
el corazón de la noche
furioso el toro cornea…

Citó el bisoño galán
al natural con la izquierda…
acudió el toro… pasó…
pero era tan poca tela
que hundió el berrendo un puñal
entre la carne morena.

Cinco amapolas brotaron
del valle de sus arterias;
cinco amapolas cortadas
en la flor de su pechera.

En el vidrio de sus ojos
sollozaron dos estrellas:
un perfume de claveles
trajo del huerto su ofrenda…

Y cuando sacude el alba
su sien cuajada de perlas
y preparan los cajones
para los toros de Huelva,
el mayoral se descubre
junto al torero de cera
y después… ¡tapa su rostro
con medio metro de tela!


                                                                  Juan Morales Rojas

miércoles, 5 de octubre de 2016

A "Manolete"

            Al final es el coro, nuevamente,
quien alza de su voz el estallido
y coloca el laurel sobre tu frente.

Basta un instante, efímero latido,
el agudo perfil del epigrama.
Quede el viejo sarmiento consumido

al fugitivo vuelo de la llama.
Sólo el torso desnudo del mancebo
forjado en la palestra, en mármol clama

y en verso la tragedia, y hoy, de nuevo,
el grito de la piedra y de la muerte
dará su eternidad a tu renuevo.

Ofrenda de lo grácil a lo fuerte,
refinada cultura de la roca,
engarce de la vida con la suerte.


                                                       Francisco Cano Pato

domingo, 25 de septiembre de 2016

Al toro [Fragmento]

            […]

El arte de torear
se ve, se oye y se entiende,
cuando es música estelar.

*

No hay soledad tan sonora
ni música tan callada,
como la que siente el toro
en la noche de su alma.

Oscura sombra sin llama
que pulsa en su corazón
el vacío de la nada.

*

Las músicas calladas del toreo
que fueron por el tiempo sepultadas,
yo creo que las creo y las recreo,
como resucitadas,
sintiendo que las oigo y que las veo
de sus vivos despojos despojadas.
Y son esos despojos,
llanto en el corazón, luz en los ojos.

[…]


                                                                   José Bergamín

jueves, 15 de septiembre de 2016

La muerte del toro bravo en el campo

            Esta mañana se ha muerto,
bajo aquel lentisco grande
que da al camino del soto,
el toro que en los eriales
tropezaron los vaqueros,
casi sin vida, ayer tarde.

¡Qué poco se defendía
el toro en aquel instante!

Murió cabizbajo y lento,
lleno el pelo de cochambre,
llena de espuma la boca,
sin fuerzas para oxearse
las moscas que le cercaban
coreando funerales.

El chiquillo del vaquero,
sorprendido en aquel trance,
le observaba temeroso,
le miraba, sin osarse
a poner su pie de niño
sobre el monstruo agonizante.
Pero el toro le llamaba
le llamaba en su lenguaje.

No eran sus ojos de fiera,
no eran los que fueron antes;
eran claros como linfas
plateadas de un estanque.
Estaba allí, prisionera,
toda la luz del paisaje
con campanillas de mayo,
con adelfas, con jarales;
y el niño allí quietecito,
en la pupila expirante,
temblando como en el agua
tiembla la cara al mirarse.

¡Qué pena me daba el toro
bajo aquel lentisco grande!
Sarcófago montaraz,
sin epitafios ni mármoles.
Sin un corro de caballos
sobre la arena sangrantes;
sin chaquetillas de luces;
sin banderillas de encaje,
sin la figura dorada
del espada allí delante;
sin sentir, entre el estruendo
de las mulillas que parten,
la ovación de los tendidos
cuando se inicia el arrastre…

¡Qué pena me daba el toro,
muerto en el campo, sin nadie!


                                                                    Manuel Barbadillo

lunes, 5 de septiembre de 2016

A "Joselito", en el nombre del pueblo

            El olímpico juego lo proclama,
crisoles el valor y la destreza,
oro inmortal del arte: su grandeza
es un raro prodigio hermosa llama.

Surca la multitud, mar de fama,
en la proa de un circo su majeza,
victorial escultura de belleza,
que el mundo hispano cual trofeo aclama.

Dio su ley a los toros… De repente
el cuerpo del espada, en Talavera,
ruina fue sobre la arena hirviente,

con el trágico embate de una fiera:
Arco de Triunfo, el Héroe se desploma,
¡y aún gime el pueblo en la moderna Roma!


                                                       Felipe Cortines Murube

jueves, 25 de agosto de 2016

José Tomás



Has abierto las puertas de la Muerte toreando en el vértice del miedo. Y detrás de las puertas había luz, la deslumbrante luz de la pureza. Entrabas y salías de la muerte como el buzo entra y sale del abismo, sumergido en campanas de silencio, en solares silencios espectrales donde el aire vacío se completa con el lance y el trance tan reunidos que suspenden la razón y la despeñan al borde mismo del espanto. Nos hemos vuelto locos: las ménades se arrancan los vestidos y se arañan los rostros suplicantes, los guerreros golpean los escudos y el toro es un enigma reventado, una fuerza bestial hipnotizada por la suave quietud de los telares. Gira y gira la plaza como un astro, vibrante catedral de una liturgia cósmica que a la danza del héroe se ha rendido, funesta y primitiva.


                                                                  José María Jurado

lunes, 15 de agosto de 2016

Tarde de agosto

            Sobre la tarde ya te determinas
con secreta locura de saberte.
Cuánto lidiar para después perderte
en la entrega total que no imaginas.

Citas a tu destino, le dominas
para salir vencido de la suerte;
y triunfador a hombros de la muerte
hacia un lejano ruedo te encaminas.

Después, tu ausencia, erguida ante ese lento
y entristecido toro de silencio
que embiste en tu aventura como un viento.

Y esa callada nieve, en la serena
soledad de ese agua de silencio
que nos trae tu última faena.


                                                                 Francisco Carrasco Heredia

viernes, 5 de agosto de 2016

Capea

            Tábano y resol clava el estío
en el abril sin flor de la madera,
y el pértigo se finge talanquera
donde el cairel es corazón y brío.

Sangre moza cumplida en el hastío
de binar el olivo y la mancera,
buscándole tres pies a la manera
de hacer burla y donaire el desafío.

Cartel de feria pueblerina: Honrada
plaza de rebotica y espadaña,
brisa de miel y afanes de granito.

Claro domingo y fuente alborotada,
resolana y clavel, Plaza de España
hecha vinazo oscuro y rojo grito.


                                                                 Julio Mariscal

lunes, 25 de julio de 2016

El torero

            De palmas y de sol y de clarines
la tarde se quedó, de pronto, llena,
y, al verlo aparecer sobre la arena,
se quebró en un brillar de colorines;

olía a clavellinas y a jazmines
y a perfume de rosa nazarena
la descuidada majestad serena
de su traje de luces y carmines.

La muleta, color de sangre y fuego,
en su mano morena, fina y fuerte,
no encontraba descanso ni sosiego,

y fiándose al arte y a la suerte
se abandonaba al peligroso juego
de apostarse la vida con la Muerte.


                                                                  Jaime Campmany

viernes, 15 de julio de 2016

Lalo Moreno

            Ya va Lalo Moreno tras las huellas
de Belmonte, espiral de la franela.
Cada pase un cartel, una acuarela
revestida con oros y grosellas.

Y -torero navarro- te querellas
con el miedo, conjuro de canela.
Un derrote de luz en la cancela.
Las verónicas malvas son doncellas.

Barlovento en el arpa te convierte
en este río, doncel de la bravura,
ese herbívoro dios del aguafuerte.

San Fermín te regala el capotillo
-encrespado oleaje, arboladura-
tentaderos, eralas y tomillo.



                                                                 Jorge Ramón Sarasa

martes, 5 de julio de 2016

¡Tararí!

            El toro va a salir. Ya los clarines,
serpentina de histérico sonido,
rizan sobre la arena y el tendido
tirabuzones de doradas crines.

Del torero -oro y plata y colorines-
destella al sol el mágico vestido.
Y en el aire se apaga todo ruido
(se percibe el pisar de los chapines…).

Ya es la seda percal. Tiene el torero
en las manos plegado su capote
y la mirada fija en el chiquero.

Se abre el portón, y un toro capirote
surge. Del diestro, echada está la suerte:
el grito o la ovación. ¡Quizá la muerte!


                                                                  José Luis Estrada Segalerva

sábado, 25 de junio de 2016

Conjuros

            Por la cruz
y por la banderilla
y por la zapatilla
que se mancha de sangre.
Y por el alambre.
Por la pica
y por la rebotica.
Por el lance templado
y por el destemplado.
Por la media verónica
y la columna jónica.
Por la muleta
y por la veleta
que zumba
que tumba
que gira
y que vira
en el redondel.
Por la profecía
y por la agonía
de un sueño
pequeño.
Por la indagación
del temple y del son.
Por el caballo que se desboca
y por el subalterno que se destoca.
Por el diestro
y por el siniestro,
por la chicuelina
y la percalina
que a la bestia
encela
y la desencela.
Por el hosco brillo,
por el amarillo
y rosa del capote,
por el estrambote
de un adorno airoso.
Y por el reposo
y por la armonía
que le pones luces
al jaco,
a la arena
al beso
a la pena
de la muchachita
que agita
que mueve
su sangre y su pecho
su risa y su lecho
soñando
y amando.
Por la siempresola
hora de las cinco.
Por la
siempremuerta
hora de la puerta
sellada
y cerrada.
Por toriles turbios.
Por la mariposa
de la revolera.
Y por esa cosa
mágica y torera
que vuela
y revuela
desde el suelo
al velo.
Por el esportón
y por el cabrón
del toro marrajo
que a tajos
y a hachazos
salta al callejón.
Por la taleguilla
y por la estampilla
y por el altar.
Por la sacristía.
Por la profecía
y el olor a cera
que arde en la capilla.
Por el salmodiar
y por el rezar.
Por José Cubero,
ángel o torero.


                                                               Javier Villán

miércoles, 15 de junio de 2016

Rafael de Paula



Id a los arrabales blancos del sur y traedme el silencio a punta de capote. Allí crece la ortiga al filo de las tapias y el murciélago sueña de negro y azabache, suspendido del techo con garras fragilísimas en los cuartos oscuros hundidos por la cal. Cómo dice su pena al abrirse de capa, pareciera un albatros tirado en el albero que, de pronto, remontara los inmensos abismos y subiera a los tronos de los reyes errantes. Un equinoccio azul ha bajado a la plaza y los arqueros de bronce disparan bulerías para traspasar al arcángel, sus ojos milenarios están ciegos, pero llenos de luz.

Y dos alas heridas se funden en la fragua donde el toro y el tiempo estallan como olas.


                                                                  José María Jurado

domingo, 5 de junio de 2016

Ruedo de Carratraca

            La plaza en plena roca abierta se deshace
lentamente y la almagra un destino denuncia
de vuelo suspendido. Tan sólo embiste el eco
del canto de los pájaros, que en el alba repiten
con su frío los valles. La cinta de la aurora
perfila las montañas: ojo rojo en el cielo.
Los granates despiertan en el barranco. Pasan
a su manso quehacer cotidiano las bestias.

Sabré luego a qué día estamos hoy de marzo
a las mil ochocientas setenta y seis en punto,
cuando deje su blanca pamela en la barrera,
abandonada y sola, Eugenia de Montijo.


                                                                  María Victoria Atencia

miércoles, 25 de mayo de 2016

Jugando a la escultura y a la muerte

            Jugando a la escultura y a la muerte,
propicia a abrirse en flor tu sangre viva,
va la emoción del público cautiva
en el claro milagro de tu suerte.

La fiera persiguiendo y fugitiva,
perdiéndose por ti, y por perderte
ardiéndose en la fiebre de cogerte
y en timidez de corza sensitiva.

¿Quiere beber frescor de tu capote,
o en su honda sed desea que te brote
para su fiebre sangre de tu entraña?

Mientras ella te busca ciegamente,
tú juegas con su furia diestramente,
firmes los pies en filo de guadaña.


                                                                  Ildefonso Manuel Gil

domingo, 15 de mayo de 2016

La Fiesta Nacional [I]

            Una nota de clarín
desgarrada,
penetrante,
rompe el aire con vibrante
puñalada…
Ronco toque de timbal.
Salta el toro
en la arena.
Bufa, ruge…
Roto, cruje
un capote de percal…

Acomete
rebramando, arrollando
a caballo y caballero…
Da principio
el primero
espectáculo español.

La hermosa fiesta bravía
de terror y de alegría
de este viejo pueblo fiero…
¡Oro, seda, sangre y sol!


                                                                   Manuel Machado