viernes, 25 de diciembre de 2015

Manolete

           Él era el viento que al pasar excita
con su táurica voz devastadora.
Él era el sol con alamar de aurora
que a la luna de agosto dio su cita…

Y el río mismo que a rondar invita
con espuma de amor su ciudad mora…
y piedra romana, emperadora,
que envidia fue del Puente y la Mezquita…

Parco en reír, discreto en elocuencia.
Mucho hablar de él sería irreverencia.
Pregonó la muleta más que el hombre.

La Historia a la Leyenda dio su fuero…
Y así fue “Manolete”, un niño, un hombre…
Manuel Rodríguez Sánchez: ¡un torero!


                                                                  Rafael Duyos

martes, 15 de diciembre de 2015

Romance de la Marisma

           Aquel toro corni-gacho
y el retinto de seis yerbas,
algún día encenderán
de sus celos las hogueras
y para ejemplo de hombres,
cobardes en la tragedia,
en el suelo verterán
el surtido de sus venas.
Arco granate que es furia,
medio Sol que nace y lleva
en su nacer un eclipse
de estertores y de anemia.

Noche de Luna apagada
por nublados de tormenta,
rugidos fieros y bravos
como temblores de tierra,
y los ojos de las vacas,
encendidos, son estrellas.

Cuatro luces en la noche
que se temen y se encuentran,
dos trenes en dirección
contraria en la vía muerta.

Cuatro puñales que buscan
temblores de carne tierna,
donde hundirse y descansar
después de hundidos en ella.

Dos rosas de corazón,
que se dilatan con fuerza,
porque el mismo tallo daba
a los dos la misma esencia.
Dos espinazos en arco,
dos hocicos en la tierra,
dos colas que se levantan,
culebrinas de tormenta;
dos resoplidos enormes,
dos frontales que se quiebran,
dos toros bravos que mueren
por el amor de una hembra.

En el llano de la Isla,
suelo raso de la estepa,
dos montes de carne duermen
el sueño de la tragedia:
aquel toro corni-gacho,
y el retinto de seis yerbas.

… Como vil Samaritana,
una vaca jabonera,
bebe cuajada la sangre,
clavel rojo entre las yerbas.


                                                                   Salvador Fernández Álvarez

sábado, 5 de diciembre de 2015

El paseillo (Toros en Sevilla)

           Quema su traca de gritos,
de grada en grada, la gente.

El viento va repartiendo
su brisa en frescos sorbetes,
pregonando en las naranjas
secretos de sol poniente.

Ya están aquí los toreros,
la flor de los redondeles,
la terna de los espadas,
las tres cuadrillas más célebres.

Y ajedrezados los rostros
en sombra y sol, los jinetes
rinden su Breda taurina
saludando, sonrientes…


                                                                  Adriano del Valle