jueves, 25 de septiembre de 2014

Un torero andaluz

           Ronda, misterio y rejas, viejo burgo roquero,
vio nacer a este mozo; su genio tutelar
fue en su cuna la sombra de don Pedro Romero,
el torero de copla, el héroe de cantar.

Las mocitas de Ronda que le amaron primero
aún esperan al mozo que salió a torear.
¡Ay mocitas de Ronda! El mocito torero
se ha perdido en el mundo como un río en el mar.

No le esperéis transidas como humanas pavesas;
al mocito de Ronda hoy sonríen marquesas
desde palcos que adornan un tapiz y un blasón.

Y las novias de Ronda de las citas primeras
son tan sólo cenizas de apagadas hogueras…
Con el viento del triunfo se le heló el corazón.


                                                                  José del Río

lunes, 15 de septiembre de 2014

Himno al toro de lidia

           Salve, toro de lidia, inquieto poderío,
es dulce por el campo tu paso de tormenta;
como un ciclón dormido sobre la yerba empinas
la bellísima estampa de tu acero enlunado.

Hijo de sol y gleba. El corazón de España
tembló por horizontes de campiña y dehesa,
y tú naciste, toro, en un parto de furia.
Fue redoble de gracia tu primera arrancada.

Se forjó tu alegría en un crisol de estirpes.
Puede con tu nobleza la caricia de un niño
y saben las encinas de tu honda valentía
domada solamente por la paz de los campos.

En el viento de España, rasgado de cornadas,
hay banderas secretas izadas por tu sangre,
tu sangre convertida en un vaho de tragedia.
Sólo porque tú existes es brava la belleza.

Choto lleno de gracia, cobijado en las ubres,
sin posibles crespones en límites del juego.
Eral con un intento de cornear mariposas
en alegre retozo de oscuro aprendizaje.

Yo he visto tu primera rebelión poderosa,
al perder la manada, al sentir soledades.
Yo buceo tu pupila hecha presentimiento,
con asombro de ruedos y cerco de garrochas.

Tú que sólo soportas el roce de la espiga
o la sombra brevísima del vuelo de la alondra.
Tú que maduras lento, acumulando furias,
condensando en los ojos tu inmenso poderío.

Ya estás, toro, en la plaza, cumbre de plenitudes,
violento florecer del músculo y la gloria.
Inteligencia y arte regulan tu embestida
y la cintura es puente para que pase el miedo.

Salve, toro de lidia, aunque la muerte sea
el precipicio abierto a tu noble arrancada,
tu sangre es necesario que nos riegue esta tierra
para que permanezca su viril calentura.

Es la muerte y el arte en un tremendo vértice,
en unidad increíble sobre tu cornamenta.
Cuando eras en la arena derribada grandeza
algo se quiebra entonces en el alma de España.


                                                                 Julio Alfredo Egea

viernes, 5 de septiembre de 2014

Elegía a Manuel Rodríguez "Manolete"

           Queda un pensar en ti por los tendidos.
La maestría exacta de una suerte
no te deja volver. No has de moverte
de tu estatua de gestos conseguidos,

en doliente lidiar. Esclarecidos
descubres los enigmas de tu muerte,
mientras la arena, fría de no verte,
guarda la soledad de los gemidos

por ti, que señoreas en la luna
del bravío animal apacentado
en las feroces hierbas del delito.

Si te mecieron en la enhiesta cuna
de dos pitones, esta tarde has dado
el pase de morir que queda escrito.


                                                                   Enrique Badosa