vais a la mar redonda del albero; 
tú, delante de todos, el primero 
en nobleza, en bravura, en poderío.
Desborda los balcones el gentío, 
las talanqueras son un hervidero 
y hay en cada portal un burladero 
en donde se arracima el mocerío.
Hierve una expectación madrugadora; 
los mozos, sin medallas ni laureles, 
desembocan su pánico en la plaza.
Se despereza el sueño de la aurora 
y la luz, sin paletas ni pinceles, 
esboza el aguafuerte de una raza.