y por la banderilla
y por la zapatilla
que se mancha de sangre.
Y por el alambre.
Por la pica
y por la rebotica.
Por el lance templado
y por el destemplado.
Por la media verónica
y la columna jónica.
Por la muleta
y por la veleta
que zumba
que tumba
que gira
y que vira
en el redondel.
Por la profecía
y por la agonía
de un sueño
pequeño.
Por la indagación
del temple y del son.
Por el caballo que se desboca
y por el subalterno que se destoca.
Por el diestro
y por el siniestro,
por la chicuelina
y la percalina
que a la bestia
encela
y la desencela.
Por el hosco brillo,
por el amarillo
y rosa del capote,
por el estrambote
de un adorno airoso.
Y por el reposo
y por la armonía
que le pones luces
al jaco,
a la arena
al beso
a la pena
de la muchachita
que agita
que mueve
su sangre y su pecho
su risa y su lecho
soñando
y amando.
Por la siempresola
hora de las cinco.
Por la
siempremuerta
hora de la puerta
sellada
y cerrada.
Por toriles turbios.
Por la mariposa
de la revolera.
Y por esa cosa
mágica y torera
que vuela
y revuela
desde el suelo
al velo.
Por el esportón
y por el cabrón
del toro marrajo
que a tajos
y a hachazos
salta al callejón.
Por la taleguilla
y por la estampilla
y por el altar.
Por la sacristía.
Por la profecía
y el olor a cera
que arde en la capilla.
Por el salmodiar
y por el rezar.
Por José Cubero,
ángel o torero.
Javier Villán Zapatero (Torre de los Molinos, Palencia, 1942). Licenciado en Ciencias de la Información, poeta, periodista, crítico taurino y de teatro.
ResponderEliminarJosé Cubero Sánchez, conocido como “El Yiyo” (Burdeos, Francia, 1964 - Colmenar Viejo, Madrid, 1985), torero. Muerto en la plaza de toros de Colmenar Viejo (Madrid) por el toro “Burlero”, el 30 de agosto de 1985.