Lenta la sombra ha ido eclipsando el ruedo.
Ya grada a grada va a colmar la plaza.
Vino triste de sombra, vino acedo
tiñe ya casi el borde de la taza.
Fragilidad, silencio y abandono.
Cobra el gentío un alma de paisaje
mientras siente el torero hundirse el trono
y apagarse las luces de su traje.
[…]
José, José, ¿por qué te abandonaste
roto, vencido, en medio a tu victoria?
¿Por qué en mármol aún tibio modelaste
tu muerte azul ceñida de tu gloria?
[…]
La verónica comba, el abanico,
la larga caligráfica y precisa,
el galleo -a los hombros el hocico-
y el arrancar -trofeo- la divisa.
El quiebro repetido, el par al sesgo
o en diametral oposición forjado,
dibujando en la arena, a flor de riego,
un radiante teorema entrecruzado.
[…]
Y las órbitas rojas de los pases
ceñidas siempre en torno a tu cintura,
y el fulminar tu espada en tres compases
una vida burlada en escultura.
La lidia toda, atada y previsora,
sabio ajedrez contra el funesto hado.
Gesto de capitán, cómo te llora
la cofradía del aficionado.
Y todo cesó, al fin, porque quisiste.
Te entregaste tú mismo; estoy seguro.
Bien lo decía en tu sonrisa triste
tu desdén hecho flor, tu desdén puro.
Gerardo
Diego