señalando el horario del toreo.
El noble olvida al turco y al ateo
y le ofrenda rejones a su amada.
De la
Invencible ya no queda nada.
Que los mozos se dan al jubileo
de lidiar con las reses sin rodeo
y brindarle al Patrono la cornada.
Continúa el reloj su recorrido.
El ruedo es un jardín, un bien nacido
semillero de frutos que Dios guarde:
el valor, la esbeltez, la lid honrosa.
Y la emoción de oír bajo una losa,
cómo suenan las cinco de la tarde.