Enarbola
muerte alucinante,
lira de
horror, lunada furia oscura,
ciego impulso
ceñido a cuadratura
del círculo de
plebe resonante.
Si el ímpetu
le empuja, impresionante,
la gracia con
un quiebro de cintura
burla el feroz
afán y la bravura
cede al juego
su cetro dominante.
Escultórico
bulto combatiente
la revolera en
carmesí entallada
juega con la
res dura, alegremente,
hasta que,
fiera aún y ya domada,
al golpe
velocísimo se asiente
bajo la cruz
de la sangrienta espada.
Guillermo Díaz Plaja