para los sevillanos de mal agüero,
pues en Madrid, la corte de la hidalguía,
un toro de Miura mató al Espartero…
La mano generosa que socorría
no volver en los rubios a hundir su acero…
La Giralda encrespona su bizarría,
llorando por la muerte de un torero…
Se quedaron sin flores las azoteas…
¡Parece que hasta el cielo lágrimas vierte
y que el Betis, llorando, su azul empaña!...
¡Perdigón de Miura,
maldito seas,
porque en sus finas astas halló la muerte
el torero más bravo que hubo en España!...