sobre su piel oscura, sobre el agua
de los pilones, huérfana de belfos,
sobre los acebuches donde, triste,
madruga la lechuza. Cae la sombra
sobre la hierba en flor de la dehesa,
sobre tanta fiereza remansada,
presa para después. El toro tiene
erguido su testuz, desafiantes
las astas afiladas, bien abiertos
los ollares…. El cielo del poniente
sangra, se torna de un violeta amargo,
se puebla luego de ceniza. Todo
es plenitud. Cruza a caballo un hombre
y un grillo canta ardidas soledades.
El toro mira al horizonte, lejos,
por cima de los agaves, cornea
levemente la brisa, busca el sitio
exacto donde duerme cada noche
su larga pena, su clamor de muerte,
su bramido de siglos. Todavía
duele su negro bulto. Al fin, se echa
sobre la tierra banca. Un reburdeo
se oye distante, crece, acosa, empuja,
cesa después. Y el macho poderoso
se hace noche total, luna creciente.
Carlos Murciano González-Arias de Reyna (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1931), poeta, prosista, traductor, musicólogo, crítico de arte y crítico literario, hermano del también escritor Antonio Murciano.
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