domingo, 25 de enero de 2015

Torerillo

           Andas detrás de la muerte
con un botijo tiznado,
una espuerta con percales
oliendo a sangra y caballo,
y tres espadas metidas
en un fundón mejicano.

Andas jugando a la vida,
el pensamiento cuajado
en filigranas de plata
y seda color tabaco;
la gorra tirada atrás
y el pitillejo apagado
en esa boca de risa
con dientes de lobo sano.

Cielos de cal y azulejo.
Cerro de nogal y mármol,
en donde dos mariposas
salpican, cabrilleando,
la calle de la Amargura
de sobresaltos morados.

La madre de los dolores,
menuda y el pelo blanco,
trenza sus manos nudosas
junto al pecho traspasado
por tres rayos encendidos
en remates encarnados:
¡Las tres espadas toreras
de aquel fundón mejicano!


                                                                  José Carlos de Luna

jueves, 15 de enero de 2015

Toro

           ¿A dónde vas, toro de amor oscuro
por los prados resecos de mi sangre?
No encontrará tu furia ni un celemín siquiera
de corazón para albergar tus astas.
¿Por qué, di, toro, hasta mi sangre llegas?
¿Por qué me embestiste toro, si no tengo
ni un adarme de brisa, ni un suspiro,
ni una leve avispilla
para clavarla en la testuz sin luna?
Pero no huyas, ven, vente a los riscos
en donde habita el viento del recuerdo
allí sí que tendrás, toro, un enorme
pastizal de hermosura
allí, que tendrás un mundo loco
para que lo encampanes toro del deseo.


                                                                  Julio Mariscal

lunes, 5 de enero de 2015

La muerte de Joselito

           Una a una sus hojas deshojando
la Suerte entre sus dedos, margarita
blanca y cuatrín dorado, se ejercita
en la plaza de toros flirteando.

Me quieres sí, me quieres no cantando,
juega en el ruedo do José milita
y al terminar su juego un No gravita
sobre el sino del hijo de Fernando.

Y la Muerte Lejana acude aprisa
y entre sus dientes se pudrió una risa
de alegre complacencia con el sino;

y aunque Apolo y Cupido en su carrera
la guadaña arrebata, Ella, artera
con su aliento cumplió el fatal destino.


                                                                   Fernando Villalón